¡Qué dura es la vida del opositor! Ya me lo habían dicho antes, pero no te das cuenta hasta que te metes de lleno en una oposición. Cuando ves esa montaña de apuntes, esa pila de libros y ese desbarajuste de folios desordenados, piensas ¡dios! ¿pero dónde me he metido? Y piensas que tu salud mental está en juego, no lo penséis, ¡es verdad! lo afirmo: algún día nos volveremos tarados. Espero que ese "desvarío mental" nos lo cure la nómina a final de mes que cobraremos si algún día llegamos a ser funcionarios.
En una oposición no sólo hay que "empollar" cada hoja el temario, sino que también tienes que tener paciencia, y más paciencia, y aguantar al tío pesao de turno que está a tu lado en la biblioteca con el puñetero móvil todo el día sonando, mandando mensajitos y tú intentando concentrarte en la Constitución, en cómo se hizo y por qué Manuel Fraga estaba tomando un café ese día con Adolfo Suárez. Y es que en la oposición tienes que tragar hasta el último detalle de los apuntes, porque lo más recóndito y más complicado de todo es lo que cae en el examen.
Pero lo peor de todo no es eso...Lo peor es el día del examen cuando va todo dios a la oposición: tu vecina, el tío de las pizzas, tu primo...¡allí está todo el mundo menos tu abuela! y es que a las oposiciones va media España en masa para 4 plazas libres que hay.
Ahora entiendo por qué dicen eso de que llegar a funcionario es chungo, y es que dejas de tener vida social, y por qué no, también dejas de relacionarte con seres humanos y todo para estar mirando unos apuntes una y otra vez, día tras día. Espero algún día ser funcionaria. ¡Ánimo a todos los opositores! Nos vemos el día del examen.
miércoles, 29 de octubre de 2008
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