La cocina y tú

Hola y bienvenidos a esta nueva entrada del blog. Hoy, de primero, tendremos una fabada asturiana y, de segundo plato, una paella valenciana y, de postre, crema catalana. Se me está haciendo la boca agua...Así que ya estáis yendo al súper a comprar todos los ingredientes...

¡Es broma! Esto no es Canal Cocina ni tampoco tengo un programa de "Hoy cocinamos juntos". Pues no, no me he convertido en Arguiñano, aunque con la cantidad de programas de cocina que hay en todas las cadenas del país, bien podría. Anda, que el que no quiere aprender a cocinar es porque no quiere, porque oportunidades hay unas cuantas a todas horas: a la mañana, a la tarde, a la noche...hasta los anuncios te invitan a elaborar tus propios platos: "Soy Juan Palomo. Yo me lo guiso, yo me lo como". Si es que como se nota que los españoles somos un poquito "dejados" a la hora de cocinar.

Aún así, la televisión nos enseña nuevos platos para degustar en nuestros hogares gracias al gremio de cocineros que se ha enganchado a la pequeña pantalla: Arzak, Arguiñano y su hermana...y si no, siempre sacan tiempo para escribir un libro de recetas, tal y como ha hecho Ferrán Adriá en más de una ocasión.

Pero la verdadera aventura es ponerte a cocinar estos platos. El resultado puede ser maravilloso o simplemente un asco, según tu maña en la cocina. Si tienes suerte, si sigues los pasos de la receta y no has incendiado tu vivienda, puedes saborear la comida que tantas horas te ha mantenido frente al fogón. Pero si quemas tu comida o la conviertes en una masa amorfa y no comestible, te quedas con hambre y encima tienes que esperar a que el tío del chino te traiga los rollitos de primavera que has encargado.

Incluso las pequeñas recetas pueden complicársenos a última hora. Recuerdo mi primer año fuera del nido familiar, cuando decidí hacerme una sopa. Lo vi tan fácil que la dejé al fuego y me dediqué a otros menesteres. Se me fue la olla (nunca mejor dicho) y, pasado el tiempo, oí un ¡chus, chus, chus! que venía de la cocina ¡Hostias, la sopa! Cuando llegué, el resultado no podría haber sido peor. Mi sopa se había convertido en un géiser, levantando la tapa de la olla, chorreando los fideos por la encimera, la puerta del horno, el suelo, las sillas, la mesa...todo era sopa en aquella cocina. Así que pensé en tomarla del suelo, cogí mi cuchara y vi que el suelo no estaba "limpio" precisamente, así que desistí de mi maniobra. Ya veis que a algunos deberíamos seguir más a menudo los programas de Canal Cocina, a ver si por una vez se nos pega algo que no sean los macarrones.

Así que ya sabéis, si vais a hacer de cocinillas en vuestras casas, procurad tener un extintor a mano, una brigada de bomberos, alarmas anti-incendio o una manguera de chorro a presión. Da igual, lo que os quede más a mano para evitar una tragedia. Y si no, a tragar programas de cocina por un tubo.

Un beso a todos y cuidadín con los fogones que son traicioneros.

P.D: Para la próxima entrada, continuaré el relato de nuestra amiga Ambrosia ¿Qué nueva aventura nos deparará esta mujer?